sábado, 14 de abril de 2012

De como vivir en un mundo de drogas

Es muy común que escuchemos en la actualidad (y no sólo en México, sino en todo el mundo) que la droga nos consume lentamente como un problema social constantemente. Y es cierto. Para el munado de la droga, nosotros somos una especie de pequeña píldora que se disuelve debajo de su lengua y nos disfruta efímeramente hasta que volvemos a caer en su poder, hasta que nos vuelve a necesitar. Así lo explica William Burroughs en Almuerzo al desnudo, una especie de crónica sobre la vida de un drogadicto que logró dejar su adicción de quince años y tiene recuerdos sobre sus mejores y peores estados. En la parte introductoria relata:

Si se quiere alterar o anular una pirámide de números en relación serial, se altera o se elimina el número base. Si queremos aniquilar la pirámide de la droga, tenemos que empezar por la base de la pirámide: el adicto de la calle, y dejarnos de quijotescos ataques a los llamados «de arriba», que son todos reemplazables de inmediato. El adicto de la calle que necesita la droga para vivir es el único factor insustituible en la ecuación de la droga. Cuando no haya adictos que compren droga, no habrá tráfico. Pero mientras exista necesidad de droga, habrá alguien que la proporcione.
 Es el mismo problema que leemos en periodicos y escuchamos en los medios una y otra vez. Por ello les pido que lean esta obra torcida, tanto si son adictos como si no, y piensen en lo que pasaría de ser más flexibles con sus formas de pensar, con los tipos de consumo, con negar sólo drogas fuertes y que dañan físicamente a gran escala. No soy drogadicta porque no consumo, pero prefiero un mundo con adictos controlados que uno gobernado por las mafias de los vicios ilegales.


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