martes, 13 de enero de 2015

Baños de vapor

Pues de nuevo estoy por acá para contarles una de mis mejores experiencias en lugares en peligro de extinción. Esta vez, fuimos luego de una larga jornada laboral, mi chico y yo, a unos baños de vapor. Lo primerísimo que quiero aclarar es que no me quiero ir con la propuesta tendenciosa de los encuentros sexuales entre la comunidad gay, pues aunque actualmente es su público más prominente, no es el único.  Al menos yo veo que la mayoría de estos sitios obviamente tienen la intensión de ya tratar ese lugar como un sitio nostálgico al que asisten hombres mayores que añoran los servicios que se daban cotidianamente en estos lugares, o gente que busca encuentros sexuales casuales sin ninguna clase de responsabilidad moral posterior.
     Al llegar, uno pasa a pagar como en cualquier sitio que brinde servicios. La cara de los empleados siempre es la misma en todos y cada uno de los baños a los que hemos ido por una razón en específico: somos una joven pareja heterosexual que pide una regadera privada, porque no tenemos ganas de los voyeur que tengan ganas de ver algo más; claro que los hay, como en cualquier lugar. Luego, nosotros entramos y a lo nuestro; es decir, el baño.
     Cuando el servicio de vapor es de calidad, uno primero piensa '¿y con esto me tendré que estar todo el rato?'; o al menos así es la primera vez. Luego, tomar la ducha es completamente ordinario, el agua sale de una regadera y listo, nada novedoso. El chistecito es precisamente ese vapor que se tiene que aprovechar en el tiempo que dan para quedarse dentro de la regadera, que casi siempre es de 2 horas.
      Lo mejor de todo, y por mucho, es sentarse en la banca que normalmente está a un costado de la regadera y esperar a que se caliente el cuerpo, a que uno sude y sentir la humedad de lleno en la piel, relajarse con el calor. En lo personal usamos mucho jabones con aromas frutales o exóticos, como mandarina o miel, y lo cierto es que el aroma se potencializó con el vapor, lo que nos dio una experiencia tremendamente diferente a la de una ducha normal.
     Por otra parte, también quiero hablar de estos sitios como una experiencia única en su tipo y que está al alcance de muchos de los bolsillos mexicanos, pues los precios oscilan, según lo que se busque, entre los $40 y los $100 por persona, y los servicios varían tanto en la calidad como en la cantidad entre un lugar y otro; sin embargo, si buscáramos los mismos servicios en un spa rebasan los ingresos que ganan muchas familias durante la quincena y en muchos casos, hasta del mes. Claro, en paquetes de ciertos precios, además de masaje, sauna y mascarillas, agregan artículos de lujo como vinos, frutas y otros extras, para hacer la experiencia mucho mejor; algo que la economía doméstica puede cubrir para los que somos menos afortunados en nuestras finanzas.
     Pues bien, eso es todo por el momento, cuando menos de los baños de vapor. En cuanto nos animemos a tomar otros servicios 'especiales' como los jacuzzis o los baños turcos, les informaré estas experiencias que no pueden dejar de tener si tienen la oportunidad de hacerlo. Después de todo, vida sólo hay una.


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