viernes, 9 de enero de 2015

Perderse en el infinito

Les platicaré la bella experiencia que tuve en la exposición de Yayoi Kusama, Obsesión infinita y de cómo sobrevivir a ella sin quedarse con un mal sabor de boca. Lo primero y antes que cualquier cosa, es que tienen que llegar temprano al museo Tamayo. Como por eso de las 8 o 9 de la mañana. La razón es que al tener tan poco tiempo en México para exhibición la gente la quiere ver a toda costa, y se hacen grupos de 130 personas en distintos horarios para pasar por las salas. Yo y mi chico llegamos por eso de las 11 am y apenas alcanzamos boletos para el último grupo, el de las 16:30.

     Lo más pesado, por obviedad, es esperar en la fila (tiempo de espera aproximado que estuvimos, 2 horas); primero te dan un boletito de papel para contabilizar a las personas que pasarán a la expo e ir despidiendo a los que no alcanzan entradas para ese día (lo cual debe ser terrible cuando llegas ahí) y así no crer un caos de fila interminable como en el museo de Antropología, que tiene a veces filas para ver las obras dentro de la exposición y durante horas.

     Una vez que llegas a la taquilla te sientes feliz hasta que ves que te dan un horario de visita que de hecho debes respetar, pues es el boleto que pagaste o que te asignaron en caso de que seas estudiante. Si no tienes nada más que hacer, puedes pasearte por el parque, ir a otro museo cercano, ir al zoológico o visitar Zona Rosa o la colonia Roma, que quedan cerquísima y tienen muchas tiendas geniales de diseño. Nosotros, por ejemplo, fuimos a una cafetería de la que les hablaré después.

     Ya al entrar el museo, lo primero son las obras de su primer época, aún en un Japón desgastado por la guerra y una mujer a la que no le llegaban los materiales adecuados para su obra artística y que, a pesar de ello, destacó. En esta sala les recomiendo que den unos pasos para atrás estando frente a los cuadros, la perspectiva cambia mucho cuando lo hacen y verán algunos efectos de la obra que no lograrán ver si la inspeccionan a fondo y estando cerca.

     Posteriormente vienen las obras fuertes, las de su auge y desaparición temporal, que se acoplan bastante bien con los movimientos políticos del tiempo en Estados Unidos, país en el que radicó gran parte de ésta época. Es entonces cuando comienzan las salas interesantes y una de las razones que da nombre a la exposición: lugares con ciertos tonos de luz o disposiciones que hacen que uno se sienta parte de la sala misma, que se pierde entre los tonos y matices y se vuelve parte del entorno, lo que es uno de los propósitos de la autora en esas obras.

     Así que si quieren aproximadamente dos horas de arte completamente diferente a lo que suelen estar acostumbrados, créanme que no desperdiciarán su tiempo y dinero en esta expo, que ya se va este 18 de enero.

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